Consejos para evitar la ansiedad de nuestros perros cuando les dejamos solos en casa
DANIEL PÉREZ.
La ansiedad por separación es uno de los problemas de conducta más extendido entre la población canina y que habitualmente los propietarios no saben cómo gestionar y acaban achacando a algo propio del carácter de su perro. Nada más lejos de la realidad.
Entre los síntomas más frecuentes que podemos encontrar de que nuestros perros padecen este problema, suelen estar: la destrucción de objetos, vocalizaciones (ladridos, aullidos…) durante largos periodos de tiempo y en casos más extremos incluso defecaciones, vómitos y micciones, todo ello al quedarse el perro solo en casa, y acompañado de un elevado estrés cuando vamos a irnos del domicilio dejándolos en casa.
Normalmente se suele dar en perros excesivamente apegados a sus propietarios, perros que carecen de una independencia y que por lo tanto no tienen las herramientas para poder gestionar ese periodo de separación, en pocas palabras, suelen ser perros excesivamente sobre atendidos.
Por supuesto, el mejor consejo que se le puede dar a cualquier propietario es que la mejor medida sería la prevención, acostumbrar a nuestros animales a que estén solos y tranquilos desde el principio. Si no hemos podido o sabido hacerlo, vamos a dar unas cuantas pautas que se pueden seguir si ya tenemos el problema.
En primer lugar, y en todos los casos, consultar siempre con un educador canino, que evalúe el problema y determine si realmente el problema que tiene nuestro perro es ansiedad por separación, porque, no por tener alguno o varios de los síntomas, quiere decir que necesariamente tenga que ser ese el problema, y sobre todo que determine cuales son las pautas individualizadas a seguir con nuestro perro en concreto, porque cada perro es distinto y las soluciones son amplias y diferentes para cada uno y las determinara el comportamiento de nuestro perro en concreto.
En segundo lugar, algunas cosas que podemos tener en cuenta, y que son importantes tanto si nuestro perro tiene ya este problema como si lo queremos prevenir:
– No despedirnos de nuestro perro al salir (no se debería hablar de forma genérica con el perro, porque no nos entiende básicamente), el hecho de hablar con él al salir solo conseguirá aumentar su nivel de estrés.
– No permitir los recibimientos excesivamente efusivos, es conveniente siempre ignorar todas aquellas conductas que impliquen nerviosismo, saltos, apoyarse en nosotros, etcétera, y únicamente darle atención en el momento en que ya estén tranquilos, para, de esta forma, reforzar ese estado de ánimo de tranquilidad.
– Llevar a cabo un adiestramiento de obediencia general bajo la tutela de un educador, con las órdenes básicas, sentado, tumbado, quieto… siendo esta ultima extremadamente importante, ya que enseñara a nuestro perro a estar en una posición relajada esperando nuestras instrucciones.
– No permitir que el perro nos “mande”, que es lo que sucede en todos aquellos casos en que el perro quiere captar nuestra atención (y lo consigue) para “obligarnos” a que lo toquemos, que lo cojamos, que le demos de comer…
– Realizar salidas frecuentes, dejándolo solo en casa, y gradualmente más largas, es decir, hacer salidas muy breves e ir progresivamente ampliando la duración, siempre de forma gradual (1 minuto, 5 minutos, 10 minutos…)
– También son indicados los juguetes tipo Kong, que llevan premios en su interior y que requieren que el perro este un buen rato intentando sacar los premios del interior del juguete.
– Y por último, no estará de más dejarlo al menos una semana en un hotel canino, para que de esta forma se acostumbre a estar sin su propietario y se dé cuenta de que no es algo negativo.
En conclusión, es un problema relativamente fácil de solucionar, sin necesidad de ningún tipo de medicación, ni empleando elementos de educación negativos que podrían provocar comportamientos peores, como collares “educativos” de impulsos (collar eléctrico) y sobre todo con mucha paciencia, ya que el tiempo que el perro necesitara para acostumbrarse varía de uno a otro, pero siempre será conveniente, como ya hemos dicho, ponernos en manos de un profesional que nos asesore adecuadamente.