El PP elegirá candidato por sorteo

Piano piano. Poquito a poquet que diría Rita Barberá, se va completando el puzzle electoral municipal. Esta misma semana Ciudadanos deshojará la margarita del secreto a voces de la candidatura de Jordi Sedano como número uno en Alcoy de la formación de Albert Rivera. Pero todavía quedan algunos misterios por desvelar. El de Guanyem/EU/Podem o como se vaya a llamar, que ya tiene fecha: el 23 de marzo. El del PP, todo hace indicar que lo designarán por aclamación, como se elige en las filaes el capitán, que eso es muy alcoyano. Eso si, finalmente, Rafa Miró da el paso. Si no es así, todo hace indicar que el partido que ganó las últimas elecciones acabará por convocar un cónclave papal en la mismísima capilla Sixtina para elegir candidato y si no hay fumata blanca promoverá un sorteo entre sus afiliados y rezarán para que Miguel Peralta no sea el agraciado. Que ya sería tener mala suerte.

Suerte debe pensar no ha tenido mucha el nuevo responsable de la Comisaría de Alcoy. Al menos, por la oleada de atracos –mira que nos gusta a los periodistas usar la palabra en estos casos– habidos entre el viernes y el sábado, con diversas víctimas. Y una de ellas, con un protagonista y un escenario que pocos podrían imaginar. Ingenuo que es uno. ¿Quién iba a abordar, en plena iglesia y rezando, al vicario de la iglesia de Sant Jordi? Pues alguien que, desde luego, debe estar muy desesperado. Encima lo detuvieron poco después. Cosas que pasan.

No es una cuestión científica, pero también pasa, y mucho, que un equipo de fútbol no le marque un gol ni al arco iris. Vamos, que ni de penalti y sin portero. Y semanas después ese mismo equipo, con el pertinente cambio de entrenador, claro, se convierte en otro completamente distinto. Efectivamente, ese equipo es el Alcoyano, que con el tándem de Carlos Sempere y Andrés Palop cuenta sus partidos por victorias y, ¡oh cielos!, ya está a dos puntos de los puestos de promoción. Y lo que para el presidente, Juan Serrano, hace unas semanas todo eran sinsabores ahora son felicitaciones. El fútbol no hay quien lo entienda.

Tampoco entienden nada los propietarios de una vivienda de la calle Alfafara, a los que el Ayuntamiento ha obligado a cubrir con una malla metálica los balcones y a colocar pinchos en las ventanas, bajo amenaza de multa. Todo para erradicar una colonia de palomas que se han instalado en el edificio y que, según el expediente abierto por el departamento de Urbanismo tras un informe de Medio Ambiente, “esta originando insalubridad en la vía pública debido a los excrementos que se depositan en la acera, en los vehículos y personas”. Los técnicos municipales y por ende los concejales de dichos departamentos han convertido en responsables a las víctimas del problema generado por los identificados como símbolo de la paz, pero en este caso han originado una guerra en toda regla. Y han echado mano de una sarta de articulados, normativas y leyes para convertir el mirador de la vivienda en la versión chusca de la pajarera de la Glorieta. Las leyes, seguramente, darán la razón a la administración, pero en este caso aplicar las normativa no tiene ningún sentido.

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