Los clásicos
“Quemad viejos leños, bebed viejos vinos, leed viejos libros, tened viejos amigos”. (Alfonso XX “El sabio”)
Es lo mejor para no fallar, elegir lo clásico, por una muy simple y sencilla razón. Todo lo moderno acaba pasando de moda. Ojo, no digo “lo actual”, lo nuevo puede ser bueno, pero lo moderno tiene un componente de duración más o menos corta.
Cuando algo pasa de moda, no siempre lo hace para bien, pero tampoco siempre significa que sea anticuado. A veces, es solo que las cosas, las ideas, necesitan un tiempo de reposo, de echarse a dormir, porque en ocasiones, despiertan convertidas en algo mejor de lo que parecían al nacer.
Las modas vienen y van, y aunque muchas veces al volver no se reconocen, ocurre como con la oruga que a través de la crisálida se convierte en mariposa; el germen de lo que fue, permanece.
La minifalda es una de esas modas que se han convertido en clásico. Convive con nosotros desde los años 60. Con diferentes hechuras o estampados ha sobrevivido durante más de 50 años. A eso se le llama arraigar en la sociedad, y a la osadía que tuvo el francés Jean-Paul Gaultier proponiéndola para el vestuario masculino, payasada. Y si hablamos de la moda en el vestir, hay que nombrar a una mujer que pudo haberse quedado en cortesana francesa, con multitud de amantes y un panorama a la vista bastante deprimente, pero su fuerza de voluntad, trabajo y orgullo la llevaron a convertirse en una de las personas más influyentes del siglo XX. Coco Chanel.
Dijo Coco Chanel, que: “La moda, siempre pasa de moda, el estilo jamás.” Y debe ser tan cierto, como que hay personas tocadas por un alien divino, “que diría Germán Coppini”. Solamente así se puede entender que alguien, con un nombre con tanto glamur como Gabrielle, se haga llamar Coco y no sea causa de choteo. Claro, que es difícil encontrar algún motivo de burla en una persona que se hizo a sí misma. Acuñó tanta elegancia, como frases para la posteridad. Una de mis preferidas es: “Para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente.” ¡Qué curioso!, porque para ser diferente, lo mejor que uno podría hacer, es no dejarse llevar por las modas.
Pero lo que hoy me trae a escribir sobre la señora Chanel es otra de sus frases, la que reza: “La moda no existe sólo en los vestidos. La moda está en el cielo, en la calle, la moda tiene que ver con las ideas, la forma en que vivimos, lo que está sucediendo.”
Ahí vamos.
Lo que está sucediendo, “entre otras cosas” es que la mayoría de ciudadanos ha vuelto, por moda o sin ella a épocas que creíamos superadas. El aperitivo en el bar, la cena en el restaurante, el jersey de cuello vuelto para el frío… todo eso, tiene el mismo coste que hace unos cuantos años. Genial, si no fuera porque los sueldos de los del bar, el restaurante y la tienda de ropa, también han ido hacia atrás y aquellos “mileuristas” a los que se les miraba de reojo y por encima del hombro, son “cada vez más” admiradas raras avis.
Podríamos pensar que todo lo que tiene tendencia a desaparecer, es por cuestión de moda, porque se enrancia, y no es del todo cierto. A veces el puro capricho de alguien poderoso, puede conseguir que costumbres de siglos, queden borrados de un plumazo. Como el caso de D. Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, que no duda —poderoso caballero es don dinero—, en utilizar un escudo diferente según donde esté. Si está en Europa, la corona tiene una cruz; si viaja a Emiratos Árabes, la corona prescinde de la cruz. Es decir, se ha pasado la historia del club por el forro de la chequera. ¡Una moda!
Hay más casos: Sabemos que el Rey, Felipe VI, ha prescindido de Dios. Igual exagero, —tengo cierta tendencia— pero ni juró su cargo sobre la Biblia, ni en su proclamación como Rey hubo un crucifijo, ni quiso que con motivo de ese día histórico se celebrara una misa multitudinaria. Hubo ceremonia religiosa, un día después, pero fue privada y en familia, como escondiéndose. Supongo que Su Majestad espera que todo ello haga que los ateos se vuelvan pro-Felipistas, o por lo menos que lo consideren un tío muy moderno. Otro punto a favor para que los no-monárquicos cambien de opinión, es que la reina Letizia, puede convertirse —si el Dios que su actual marido tapa— no lo remedia, en la ex mujer por parte de primer marido, del jefe de la formación de Podemos en Extremadura. ¡Toma modernez!
¿Y la vieja guardia? ¿Los PPPSOEistas? ¿La izquierda mareada y mareante? A esos hay que decirles: Empiecen a ser personas honorables o retírense. Pero cuidado con según qué novedades, porque cuando los tiempos vienen sombríos, los falsos profetas encuentran el terreno perfectamente abonado y lo mismo da que lo que se venda tenga poco o ningún sentido. Siempre que se prometan unos tiempos más “modernos”, habrá quien se sume a la marea y se deje llevar por los cantos de sirena. Y entonces no nos quedará más remedio que releer el clásico de Lewis Carroll, Alicia en el país de las Maravillas, para coincidir con la Reina de Corazones en que lo mejor sería que les corten la cabeza. Por eso no es mala idea poner en práctica la frase de Alfonso XX, que no creo que fuera conocido como “El sabio” por ser idiota. Aferrarse a los valores clásicos, los que llevan toda la vida funcionando. En mi caso, familia, música, lectura y amigos. Siempre he pensado que sólo lo bueno persiste con el tiempo y sólo lo excelente se convierte en clásico. Por eso mis amigos son unos clásicos.
¡Brindo por ellos con Freixenet!