Herejías
Pocas veces hemos asistido a una transformación tan drástica como la experimentada por este Alcoyano en cuestión de pocas semanas. Hace un mes nadie daba un duro por este equipo al que las dudas le corroían y le comían vivo por dentro. A Óscar Cano, que parecía sospechoso de todo, le llovían las críticas y su crédito estaba por los suelos. Su destitución era segura y se daba como seguro que el Alcoyano iba a tener nuevo técnico antes del derbi frente al Hércules. Las apuestas estaban a la órden del día. Habían voces que reclamaban la vuelta de David Porras, otras que viniera Aparicio, pero quien parecía mejor situado en las quinielas era Toni Seligrat. Un mes después encontramos que la verborrea de Óscar Cano nos suena a música celestial, que ese equipo que amenazaba ruina empieza a jugar de memoria, empezamos a ver como una jugada maestra de nuestro entrenador salir a un partido sin un delantero e incluso ni nos acordamos de Toni Torres, al que tanto añoramos en semanas pasadas, pero del que ahora pensamos que mejor se quede en su casa, así nos ahorramos un pastón, porque consideramos que la comisión deportiva ha hecho bien sus deberes este verano y estamos felices. Son las paradojas de un juego como el fútbol donde 2 más 2, contrariamente a lo que digan las matemáticas, no son 4 en el deporte rey, donde las dinámicas y los estados de ánimo pueden con todo. Hace un mes nos habría parecido una herejía ver a Bello y Francis Ferrón, incluso a Carles Salvador y Javi Rubio en el banquillo. Ahora ya nadie se rasga las vestiduras y cada miembro de la plantilla asume el rol que le toca jugar en función de las circunstancias del partido. Que se lo pregunten a Bello en Son Malferit. El sábado en la Ciudad Deportiva Antonio Puchades la historia volvió a repetirse pero ahora con Francis Ferrón de protagonista. Tiene su miga que nuestro mejor goleador sea quien saque las castañas del fuego con una hora de juego ya consumida. El algecireño entró cuando más lo estaba necesitando su equipo, con el Valencia Mestalla apretando de lo lindo y los blanquiazules sufriendo en la presión. Necesitó dos minutos para cambiar el rumbo del partido. Quedaba la puntilla y de ello se encargó Alfaro, que empezaba a estar en el punto de mira pero que el sábado sacó a relucir todo su talento con un gran gol.