El año que viene, el juez dirá

Qué semana. ¡Por Dios!, qué semana. La anterior fue la del clásico, el del Madrid-Barça. La que acabó ayer ha sido una semana de clásicos, de temas clásicos. Lo es ya que el Molt Honorable Alberto Fabra sea abroncado allá donde va. El sábado, en Cocentaina, le cayó la del pulpo. O eso creen algunos. En realidad no estuvo, los que le abroncaron y dijeron el que un porc no pot sentir lo hicieron a un holograma. Fabra no estuvo allí, de hecho desde Zaplana ningún presidente de la Generalitat se ha dignado poner un pie en la Fira de Fires, y el nuevo inquilino del Palau de Vistahermosa no iba a ser menos. El doble de Amador Mohedano no acude a terrenos hostiles, por eso no avisó al bueno del alcalde de Cocentaina, Rafa Briet, que montó en cólera al creer que aquella figura que caminaba rodeado de un nutrido séquito entre tractores, puestos de turrón y marroquinería era el president, ese mismo que le niega el pan y la sal a un certamen con 668 años de historia. No puede ser, un presidente com Déu mana no va de escondidas a los actos y menos él, una persona más que honorable, que por algo es el Molt Honorable. Cuidadín.

Y cuidadín con la legionela, que vuelve a estar aquí. Otro clásico, otro mal de cap para el bipartito, por si no tenía pocos. Ayer Conselleria de Sanitat confirmaba la existencia de ocho afectados y declaraba un brote. Lo que le faltaba a un gobierno que cada vez se parece más a un matrimonio. EU y PSOE salen a bronca diaria, la última a cuenta de la reforma de los estatutos del Casal de Sant Jordi. Y cuentan que de ahí a las próximas elecciones van a estar de morros, pase lo que pase. Lo que no se sabe es cómo va a acabar lo del Casal, la impugnación de la última asamblea y, por ende la elección del presidente, Carlos Aracil, está ya en los juzgados. Vamos que ahora todo está en entredicho, hasta el lugar de dónde tiene que arrancar la Diana. Y con lo lenta que es la justicia, lo mejor es que el próximo año arranque desde la Avenida de la Hispanidad, un bando por cada lado y que, tras atravesar el puente del Viaducto-Zona Nord, acabe ante el monumento a Ovidi Montllor, que es tan insigne como Sant Jordi. Y al año que viene, el juez dirá.

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