Se acabó el verano sabático
Este año me he tomado un verano sabático. Aunque la ley de Moisés que establecía que los judíos dejasen de cultivar durante un año la tierra que habían trabajado durante seis años seguidos y no soy ni he sido profesor universitario que suele disfrutar de un año sabático para dedicarse a la investigación, o sea que sin ser ni agricultor ni muchos menos judío, tampoco catedrático, los últimos meses, desde junio hasta hoy, me los he pasado sin escribir ni una sola línea para El Nostre Ciutat.
Aunque podría excusarme que este descanso me lo he tomado para desintoxicarme de la política porque la pobre está que da pena – dicho en giro localista, “dona abranor”- la realidad es que, repasando mentalmente mi colaboración en la prensa local escrita, desde el verano del año 1966 y hasta el año 2013 -¡nada menos que cuarenta y siete años!-, en alguno, y a veces en todos de estos meses veraniegos firmé no pocas noticias, reportajes, comentarios y hasta alguna necrología, hasta el año 1998 que me jubilé de mi entrañable CIUDAD.
Desde que me convertí en pensionista, sustituida la obligación por la devoción, primero en el periódico fundado por Rafael Coloma el año 1953 y hasta abril de 2013 que la crisis acabó con el mejor y más bien hecho medio informativo escrito que tuvo este pueblo en casi siglo y medio de prensa propia y ahora en el “Nostre”, al iniciar mi jubileo continué mandándoles a los directores, primero al malogrado José Vicente Botella y luego a Ramón Climent, y de esto hace ya quince años, unos comentarios habitualmente semanales, escritos para no perder la costumbre y también para expresar mis puntos de vista que en principio pueden ser tan válidos como los de cualquier otro ciudadano.
El verano sabático lo he alternado entre la montaña –Baradello Gelat- y la playa –Gandía-. Durante mi estancia en la playa, donde cada año parece que hace un calor más insoportable, he estado al tanto de lo que ocurría en mi pueblo gracias al Nostre Ciutat. Todos los sábados de los meses de julio y agosto, y el último martes del mes pasado, Vicent, el activo dueño del quiosco de prensa de la Colonia Ducal en el centro de la playa gandiense me guardaba el periódico de Alcoy, que se exponía junto a la prensa nacional en unas amplias estanterías donde, por poco que uno fijara su atención sobre las preferencias de los clientes al llevarse el periódico podía darse cuenta a qué partido votaba el comprador o si era hincha del Madrid o del Barça. A veces me detenía un rato ante la puerta para descansar del viaje en bicicleta que tenía que hacer para comprar eNC y de paso constatar que la retirada de ejemplares era como una encuesta sobre las tendencias políticas de cada lector, pura lección de sociología.
En estos meses veraniegos han pasado muchas cosas en esa España que Rajoy y su gobierno manejan como les da la gana y que ahora el PP, aterrorizado por las encuestas que auguran que tras las elecciones municipales y autonómicas se irán todos los suyos a la calle, trata de cambiar alguna regla electoral para salvarse de la quema.
De las noticias leídas en el Nostre en estos meses me parece que el nombramiento de mi compañera Xesca Lloria como cronista de la Asociación de San Jorge es noticia que brilla con luz propia en mi personal escala de valores. Xesca es la primera mujer, en los casi dos siglos de existencia de la entidad festera alcoyana, que formará en la relación de miembros de la Junta Directiva. Los huesos de algunos importantes festeros que tengo en mente pero que no quiero citar deben haberse removido en sus tumbas ante este nombramiento. Sin embargo, designar a una periodista alcoyana como cronista de una Fiesta que conoce muy bien es un acierto.
También me llamó la atención las informaciones sobre la Asociación, sobre todo la dimisión de su presidente, Rafael Tortosa. Parece que la política ha entrado con fuerza en una institución que siempre presumió de no hacer política, cosa que no es cierta. La manifestación política del “22, 23 i 24, sempre” fue el pistoletazo de partida que abrió la veda. Ahora me voy de viaje con mi mujer y un grupo de amigos pero seguiremos. El otoño promete ser muy calentito.