Volver a creer

Lo que cambian dos minutos en el mundo del fútbol. 120 segundos en los que el Deportivo fue capaz de enderezar un partido con dos goles que hicieron despertar a una grada que llevaba sin saborear una victoria en casa desde mediados de abril pasado, que se dice pronto. Casi cuatro meses en los que ha pasado de todo, condicionado por esa decepción que supuso quedarse sin play-off por primera vez en cinco años que empujó al club a dar un giro sustancial en la política deportiva de la entidad, comenzando por rediseñar un estilo que definían al Alcoyano de los últimos tiempos. Pero todo cambio radical tiene un precio y la factura ha sido una afición que le ha costado más que otras veces creer en el proyecto. La directiva creyó que traer a Elche, Albacete y Murcia podía ser un buen gancho de cara a la grada. El resultado ha sido una pretemporada irreal donde el equipo no ha tenido esa vara de medir que le dijera su verdadera situación porque siempre tuvo enfrente a rivales de superior o inferior categoría. Si a eso sumamos una plantilla en constante construcción y que la enfermería ha ido acumulando efectivos a marchas forzadas, encontramos que el Alcoyano se plantó el pasado día 24 en Zaragoza con muchas incógnitas por resolver y tiñiendo un futuro sombrío, sobre todo tras ver que el equipo no tuvo respuestas ante un filial de medio pelo que terminó envalentonándose a medida que avanzaba el encuentro. Con plantilla, cuerpo técnico y directiva en peligro de cruzar una delicada línea, el Alcoyano hizo su puesta en largo ante los suyos. Los primeros minutos no pudieron ser más fríos, rozando por momentos la indiferencia, pero el equipo demostró tener carácter y personalidad. Jugadores como César Remón, Javi Rubio, Bello, Óscar López o Carles Salvador, que saben muy bien como las gasta el Collao cuando algo no le gusta, no se escondieron y tiraron del carro. Fueron los que enseñaron el camino a los nuevos. Cualquier síntoma de flaqueza por parte de algunos de ellos hubiera tenido efectos devastadores en el ánimo del equipo. Y más cuando el Mallorca B se adelantó tras un fallo en cadena de la zaga blanquiazul. A partir de ese momento se vio al equipo que toda la grada del Collao quiere. Se podrá estar perdiendo, no le podrán salir las cosas, pero nunca bajar la guardia. No lo hizo y en dos minutos le dio la vuelta al marcador. Faltó el tercer gol para no sufrir tanto en el segundo tiempo. Queda mucho camino aún por recorrer, el equipo necesita recuperar efectivos para ser más competitivo, pero la primera consecuencia de lo visto el domingo fue el reencuentro de una afición que de nuevo vuelve a creer con su equipo.

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