Te quiero seis y medio
Números, números, números… Lo que mides, lo que pesas, los años que tienes, las notas que ha sacado tu hijo, los teléfonos móviles, los fijos, los negocios truculentos de la familia Pujol, el precio de la sandía, la fecha de hoy, las facturas falsas de UGT (¡manda narices!), los gramos de harina para la receta del bizcocho, los kilómetros que andas, los muertos de Gaza, los del avión derribado en Ucrania, números, números, números…
Números cardinales y también ordinales, como el VI de Felipe, que acaba de estrenarse como monarca y ya lo veo más viejuno, no sé… le han salido las canas en las patillas de repente, como le pasó al otro Felipe, al González. Sin embargo Leticia cada vez está más joven, es lo que suele pasar cuando se visita a menudo al cirujano plástico. Según afiladas lenguas, son diez (números, números…) los retoques a los que se ha sometido, casi todos en la cara, casi…, porque también se ha operado el pecho, digo… los pechos, los dos. Números, números…
17 días ha ejercido como eurodiputado el número tres (números…) de la candidatura de Podemos, dejó su escaño en la Eurocámara el pasado jueves tras haber participado únicamente en dos sesiones plenarias. Como dice un amigo mío, nouanteng, nouanteng…
3.155 miembros tiene la página de Facebook, “Eres de Alcoy si…”. Estas páginas, cada una con el nombre de un pueblo o ciudad, están triunfando en las redes sociales. Nacen como una broma pero, poco a poco, conquistan el espacio de los recuerdos. Hacer aportaciones o leer las que hacen los demás, te procura una mezcla de sentimientos; de pertenencia, de exclusividad, de orgullo generacional, de nostalgia. Eres de Alcoy, por ejemplo, dice una de las aportaciones, «si quant està tronant dius: ja està sant Pere canviant els mobles… ». Es más que posible que eso mismo lo digan también en otros lugares pero, esta tontería veraniega, te trae recuerdos, te refresca, te hace sonreír, reír incluso y eso es mucho más de lo que se puede pedir en estos tiempos.
El tanto por ciento de créditos ha bajado respecto al año pasado. Es una buena noticia para algunos… ¿Qué? ¿Están pensando en créditos bancarios? ¡No hombre, no! Me refiero a los créditos que los estudiantes deben aprobar para conservar la beca. Los becarios tendrán que superar, como mínimo “el 50% de los créditos o asignaturas en que se hubieran matriculado”, esto es lo mismo que el curso anterior, sin embargo una de las novedades del Real Decreto es que para enseñanzas universitarias de las ramas de Ciencias y de Enseñanzas Técnicas se deberán aprobar “como mínimo, el 40%” lo que supone una relajación del criterio del 50% que había el año pasado. Ja ja ja, pensando en créditos bancarios… ¿Alguien se acuerda de la época en la que tenías una idea de negocio e ibas al banco a pedir un crédito? Si realmente se acuerda es que tiene una memoria prodigiosa.
Leyendo, leyendo, he ido a dar con un blog en el que se promocionaba una futura película. El título me lo he apropiado para el artículo porque me ha dado que pensar.
¿El cariño, el amor, se evalúan…? Es posible.
Si tomamos la consabida escala del cero al diez, en la que el cero es el “por mí como si te operan”, el cinco ese amor plano, insulso, ese “ni chicha, ni limoná” y el diez el “enchorlamiento pegajoso”, un seis y medio está bastante bien, aunque el hecho en sí de pasar a números los sentimientos…, da como cierto repelús, pero si hay que entrar en el juego, se entra.
Yo hay veces que quiero seis y medio, pero otras quiero nueve y algunas, pocas veces, quiero dos o tres. Al menos eso fue lo primero que pensé al leer el artículo del blog en cuestión. Sin embargo, pronto me di cuenta de que estaba cometiendo un error. Uno no puede saltar de número en número cuando se trata de querer. Con el tiempo puede subir o bajar algo, también algún acontecimiento extra puede causar un desplome o un alza inusitada en nuestro número del cariño pero, generalmente, lo que varía no es el amor, es el modo, la forma de enfrentarnos a él.
Si tu hijo te llama para decirte que se ha dejado las llaves dentro de casa y ahora no puede abrir, ¿le quieres menos mientras vas a resolverle la papeleta?
Si tu madre te plantifica un plato de lentejas estos días de calor horroroso ¿le bajas la nota?
Si tu marido te trae una hortensia preciosa, ¿le quieres más?
No, te pones de mala uva o como unas campanillas, depende del caso, pero querer, quieres igual, aunque te venga un repentino y fugaz deseo de romper los platos de las dos vajillas –la de uso y la buena–, o –bien al contrario–, ardas en deseos de dar brincos de alegría. Por eso pienso que lo de poner cifras no le va bien a los sentimientos. O se quiere, o no y ya está. Por otra parte, el cariño o la falta del mismo, suelen ser recíprocos. Por ejemplo, yo a mis amigos les quiero un montón y a los que quieren irse de España, no.