La nacionalidad de Joan Cresol

El origen de Joan Prats no es una cuestión baladí, pues en definitiva fue el génesis de todas sus desgracias. Por el Tratado de Corbeil, Jaime I intercambió cromos con el rey de Francia, cediéndole lo condados que poseía allende los Pirineos, excepto en Rosellón que lo consideraba su patria chica, a cambio de los Catalanes. En ningún momento, y esto duró varios siglos, los habitantes de los primeros se consideraron españoles ni por supuesto los catalanes, franceses.
Igual ocurre con el Rosellón, aunque mucho mas tarde. A finales del siglo XVII y durante ocho años, el condado de Barcelona únicamente, y no el resto de Cataluña, decide independizarse y ponerse bajo la protección de la corona francesa. Cuando se dieron cuenta que no es oro todo lo que reluce, regresaron al redil con el rabo entre las piernas. Ese capricho de sus gobernantes, nos costó una guerra con Francia, que perdimos, y en la paz de los Pirineos los gabachos nos pidieron compensaciones. España estaba dispuesta a ceder una buena parte de sus territorios en Norteamérica y Francia los aceptaba. Pero los roselloneses optaron por pedir su adhesión a Francia, alegando “que ya estaban hartos de que los catalanes les chupasen la sangre” y ese fue el motivo de que Cataluña perdiera gran parte de su territorio. Que después de esto Joan Prats se considerase Francés o catalán, nunca lo sabremos, pero español, desde luego que no.
En todas las crónicas de la época hay una verdadera obsesión en considerarlo francés y hugonote y esa fue la causa de todos sus problemas. El hecho de nacer en Perpiñán, y eso habría que demostrarlo, por lo expuesto anteriormente no modifica en nada mi criterio.
Pero vayamos a los hechos, yo me limito a exponerlos, según los he leído en las crónicas, que nadie suele leer, y que cada cual los interprete como quiera.
El robo no se descubrió hasta el día siguiente. Todos creyeron que el ladrón se había escondido durante la noche en la iglesia, robó y, aprovechando la confusión del día siguiente cuando se abrieron de nuevo sus puertas, salió con el botín.

Todos consideraron que el ladrón habría huido de la villa y se organizaron diversas partidas para perseguirlo. De todas, la única que nos interesa es la partió siguiendo el camino de Játiva. Sería interesante saber quiénes la formaban y lo que se tramó durante el viaje. Lo cierto es que no encontraron a ningún sospechoso y regresaron con la convicción de que Joan Cressol era el autor del robo.
Estaba claro que entre los mismos se encontraba un enemigo acérrimo de Prats, que es quien encendió la chispa y posteriormente, su condición de extranjero y hereje, hizo de combustible.

Cuando regresaron se encargaron de difundir la noticia entre la población, obligando a la justicia a intervenir. Cressol tenía la cuartada perfecta, había dormido esa noche en casa con su esposa y el único momento en que ésta se ausentó para visitar a los vecinos de arriba, le oyeron trajinar por la casa. Lo que demostraba que no era el autor del robo.

Inmediatamente se pasó al plan B. Este suponía que el robo se había efectuado a primeras horas de la tarde del día anterior aprovechando la ausencia momentánea del sacristán. Aunque curiosamente nadie descubrió entonces las evidencias dejadas por el ladrón: una cruz tumbada sobre el altar o el tafetán que sobresalía por la puerta del sagrario que no fueron advertidas hasta el día siguiente.

Para esto también tenía cuartada el presunto culpable, pues, a la hora del robo, se encontraba charlando con unos amigos en la Plaza de Les Corts y después fue a elegir y comprar unas tijeras que precisaba. Todo eso supuestamente con el producto del robo encima: una cajita con las sagradas formas, una escudilla y un relicario lo suficiente grande como para tener que romperlo al esconderlo en su casa y que supuestamente tuvo que mantener debajo del brazo y oculto por su capa. Cuando lo lógico, de ser el ladrón, es que lo escondiese todo inmediatamente.

Se registró su casa minuciosamente sin encontrar nada y únicamente se le retuvo para evitar que fuese linchado si salía a la calle.
Entonces es cuando aparece el personaje clave en este asunto y que sería interesante saber si también participó en la partida que llegó hasta Játiva. Sin comerlo ni beberlo pide permiso para interrogar a la esposa y rebuscar en casa de Prats. Paradójicamente se le concede.
Interrogó a la esposa sin resultado positivo y campa a sus anchas por la casa, sin ningún control y sin encontrar nada. Cuando llegué a este punto de la lectura de las crónicas, no puedo negar que fugazmente paso por mi mente la escena de una película:” Dos policías llegan a casa del sospechoso y mientras uno le muestra la orden de registro el otro se cuela furtivamente y coloca un kilo de heroína en la cisterna del retrete. La encuentran fácilmente en el posterior registro y detienen al culpable.” Pero no seamos mal pensados, que éste no es el caso.
De todas formas el investigador aficionado insiste en sus pesquisas y al día siguiente registra otra vez la casa del sospechoso y ahora si encuentra someramente enterrada la escudilla, que según la posterior versión oficial de los hechos, a Prats se le olvido enterrar junto al resto del botín y la escondió aparte.

Llegado a este punto lo mejor es que el investigador aficionado no encuentre el resto del robo solo, es mejor hacerlo ante testigos. Acude de nuevo a la justicia, alguien reconoce la escudilla como parte del robo, y esta vez regresa acompañado por los alguaciles a casa de Prats. A pesar de los dos intentos anteriores que resultaron infructuosos ahora sí que encuentran fácilmente el botín.
Después el “bochí” mediante tortura obtuvo la confesión que necesitaban del inculpado y asunto resuelto. Hay mucho más que dejo para mejor ocasión pues no hay espacio para tanto. De todas formas les recomiendo las lecturas de las crónicas si verdaderamente están interesados en este asunto.

Solo me resta añadir que la Inquisición tomó baza en el asunto. Lo enviaron a Valencia y a los dos días ya estaba de regreso. Esta institución que no solía soltar fácilmente sus presas, se lavó las manos como Pilatos, al no encontrar pruebas suficientes. Simplemente nos devolvió la patata caliente.

Ustedes se preguntaran que tiene que ver el Jesusset del Miracle en todo este asunto. Durante cien años algunos alcoyanos no vieron claro este asunto desde el principio. Se preguntaban cómo habían logrado encontrar lo robado si estaba tan bien escondido. Al no poder proporcionarles respuestas convincentes, a alguien se le ocurrió decir que fue gracias a la intervención de Jesusset que con su dedo señaló el sitio exacto. Eso, por la cuenta que les tenia, nadie lo puso en duda.

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