La música festera y el día de la Gloria

De sabido se calla, a estas alturas, lo que de importante tiene para las fiestas de Moros y Cristianos de cualquier lugar, en especial para las de Alcoy, la música denominada familiarmente festera. Sobre su origen, desarrollo e historia han sido docenas de comentaristas, historiadores y periodistas los que han opinado sobre su adecuación a cualquier acto de nuestras fiestas, en especial, sobre su interpretación en los actos en los que la marcha o desfile es el motivo principal del mismo.

Sería fruto de la vanidad, el intentar en el espacio de un artículo periodístico el esbozar cualquier historia, por pequeña que fuese, sobre la música festera. Aunque sí podemos afirmar que fué allá por 1880 cuando el músico alcoyano Juan Cantó Francés pone la primera piedra de éste género tan singular y tan nuestro con los pasodobles La primera diana y Mahomet.

Han de pasar veinticinco años para que Antonio Pérez Verdú componga A-Ben-Amet (Abencerrage) y, con esta partitura, estrenar lo que supondría un nuevo género: la marcha mora. Desde entonces hasta hoy, una ingente cantidad de músicos han compuesto centenares de obras específicas para desfilar o para “marchar”, que tanto da, algunas de ellas verdaderas obras de arte. De los autores no me atrevo a confeccionar ninguna nómina ante el temor de que alguno quedara en el olvido, lo que para mí resultaría imperdonable.
De todo lo anterior dan fe los archivos de las entidades musicales que existen en la actualidad. Lo dicho: centenares, quizás miles de partituras en sus archivos son el producto del arraigo y del amor de los alcoyanos a una fiesta singular que escapa a cualquier particularismo o a cualquier ocurrencia sobrevenida de la ignorancia de cualquier espontáneo o erudito a la violeta.

Insisto: la música festera con sus casi ciento cincuenta años de existencia es un patrimonio alcoyano cuya interpretación en los actos oficiales de nuestras fiestas no puede estar expuesto a veleidades particulares. Son demasiados los sentimientos que a su interpretación se despiertan en el general de los alcoyanos.

Y simplemente viene lo anterior a cuento, por la insistencia, por parte de los «Sargentos» de los bandos moro y cristiano, de que se interpreten determinadas partituras escogidas por la voluntad de estos dos personajes festeros en el acto de La Gloria, sin tener en cuenta la personalidad de las bandas de música que, en cuestión de la oportunidad de interpretar tal o cual partitura adecuada al acto, dan sopas con honda a estos personajes de la fiesta.

Para afirmar esta cuestión podemos pensar un tanto lo que es y lo que significa el acto de La Gloria. Nada que enseñar a cualquier alcoyano, sólo pensar un poco cuando a las diez de la mañana del día de Resurrección se inicia el volteo de las campanas de Santa María y suenan los compases de nuestro himno de fiestas. Festeros, músicos, aplausos del gentío que llena la plaza, emoción contenida en todos y cada uno de los individuos de la filá que acompañan al «gloriero”. El acto es un todo compacto fruto de la Tradición. La definición oficial del acto en 2013 es precisa: En el día de Pascua de Resurrección se inicia el pregón de la Fiesta, vivo y alegre. Como muestrario colorista y precedido de los Heraldos de la ciudad y los trompeteros, desfila un fester de cada Filá a los sones de los pasodobles característicos.
 Después de lo anteriormente dicho: ¿quién puede arrogarse de manera particular y a su antojo el derecho a señalar la pieza que ha de interpretarse en acto tan emblemático?. Creo, supongo, pienso, que la decisión debe ser de quién o quienes la tienen en los demás actos de nuestra fiestas, pero contando de manera obligada con la parte de la que tanto estamos orgullosos: de los resoponsables de las bandas de música, verdaderas instituciones imprescindibles para la consecución y el esplendor de nuestras fiestas.

(Jaime Lloret Miralles ha sido asesor musical de la Asociación de San Jorge entre 1983 y 1992)

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