Historia y tradición en las fiestas de San Jorge
El pasado sábado 8 de febrero, este mismo medio anunciaba: “Preparan un referéndum sobre las fechas festeras”. La crónica comenzaba de manera contundente: El gobierno municipal prepara una consulta popular para decidir sobre el calendario festero… […]. Unos días más tarde, el 15 del mismo mes, el tema volvía a surgir. En esta ocasión, con la opinión de “varios sectores” de nuestra población. Parecía que la cuestión de realizar la consulta estaba decidida y, además, con la anuencia de los sectores mencionados en la crónica. Mane, Thecel, Phares.
Finalmente, el 18 de febrero, un gran titular anunciaba: “Siguen sin aclararse con el referéndum”. Y me pregunto: ¿quién o quiénes? Lo único claro es que el alcalde y la oposición conservadora andan a la greña por la cuestión de los faxes y demás adminículos informáticos. Y hasta la lealtad es cuestionada. Parece que vaya a arder Troya. Tan sólo un titular de mi gusto personal: “La Associació de Sant Jordi afirma que son “momentos de máxima prudencia” ”.
Efectivamente, echemos mano de la prudencia e intentemos bajar del tobogán de despropósitos en que nos ha metido el alcalde, el edil de Fiestas o quien sabe Dios.
Antes que nada diré/diremos que desde siempre —por lo menos desde hace cuatrocientos años— han sido las autoridades municipales, personalizadas en su Alcalde o Justicia— las que han codificado nuestras fiestas de San Jorge. Una de las ordenanzas que figuraba en la crida de 1608 dictada por el Justicia Andreu de la Tonda era que ninguna persona sia gosada de invocar brega en brega moguda ni en díes de diumenge ni festa ans de missa ni en les festes que.s fan de nit vespra de Sent Jordi… […]. También en la Célebre Centuria de Carbonell de 1672 se nos dice claramente quien es el que nombra al Capitán y al Alférez: […] Cuya celebridad —la de San Jorge— se festeja en la misma Iglesia del Santo con sonora música, y con diferentes invenciones de cohetes, de que cuyda el Jurado segundo del año antecedente, por estar anexo a su oficio. En cuyo día se haze una regozijada Processión, ilustrándola una compañía de Christianos Moros, y de Cathólicos Christianos, cuyo Alférez es el que elige el Justicia, y este el que nombra el Capitán de los Moros. En definitiva, la autoridad municipal.
A partir de las dos menciones anteriores, son continuas las referencias para codificar de la mejor manera posible las fiestas de San Jorge. En 1836, el alcalde Francisco Abad Barceló dicta un bando en el que advierte que en esta villa deben efectuarse las (Fiestas) del Patrón San Jorge los días 22, 23, y 24 del actual y, para que en ellas reine la mejor armonía, se ejecuten con arreglo a la Real concesión, y en lo más mínimo no se altere la tranquilidad pública… […]. Bien por guerras, epidemias o situaciones sociales que no favorecían la convivencia pacífica de los alcoyanos, las fiestas eran suspendidas hasta en la mañana del mismo día 22 de abril.
Y hasta la fecha, desde el siglo xvi, los cambios se han sucedido ininterrumpidamente pero, ¡ojo!, no desde el mandato imperativo de tal o cual autoridad o régimen político. Los cambios, en ocasiones visibles y, en ocasiones imperceptibles han sido fruto de la tradición y del sentimiento de los alcoyanos. Pero, primero, deberíamos reflexionar y tener claro que es eso de la tradición.
Creo que quien mejor define el concepto de tradición es quien fue director de la Real Academia Española en 1989, Manuel Alvar, valenciano como nosotros, nacido en Benicarló. No es la primera vez que echamos mano de la cita, en parte, claro, pues entera ocuparía casi todo el espacio de que disponemos y bien está lo que dijo Cela: que las cosas hay que repetirlas hasta la saciedad para que no queden en el olvido de mentecatos.
Dice Manuel Alvar entre otras cosas: La tradición es solidaridad. La más emocionante de todas, porque está labrada de generosidades. Es el amor a quienes nos conformaron, pero a quienes no podemos conocer; amor a lo que es digno de ser conservado y a lo que hemos de legar. […] Tradición es cultura colectiva, todo cuanto sigue siendo nuestro si olvidamos lo que individualmente hemos ido aprendiendo en las sendas del vivir. […] Nada es más fácil que escuchar cantos de sirena y seguir tras ellos en busca de falso halago. […]. Seguiríamos y seguiríamos con gusto para que, al final, todos tuviésemos claro lo que es la tradición. Pero vayamos a lo que hoy nos convoca aquí: al referéndum festero que desde instancias municipales se nos quiere convocar.
Las últimas noticias dicen que se va a encargar un estudio sobre el coste, o sea: un presupuesto. La cuestión parece decidida. Y habrá que votar sí o no a la movilidad de las fechas de celebración de nuestras fiestas tradicionales. También, creo, se podrá votar en blanco o no votar. Cuatro opciones para que escojan los alcoyanos y alcoyanas mayores de 18 años. ¡Bien está! Y entre las docenas de preguntas que se me ocurren están, ¿cómo calificar a cada una de esas cuatro opciones?, ¿cuál es el voto progresista y cuál el conservador? Y de estos, ¿cuál el retrógrado y cuál el liberal?, ¿cuál el blanco y cuál el negro?, ¿qué opción tiene más timbre de alcoyanía, el sí o el no? Y los que no acudan a votar ¿serán tildados de timoratos? Íttem más: pasados cuatro o cinco años, ¿cómo podremos explicar a las nuevas generaciones de alcoyanos que la decisión tomada en 2014 es como las lentejas: si las quieren que las coman y si no, que las dejen? ¿A santo de qué hipotecar la voluntad de nuestros hijos y nietos?
Y más preguntas: ¿qué derecho tiene el Sr. Alcalde a violentar mi conciencia en algo tan sutil como es la tradición y los sentimientos venidos a través de docenas de generaciones? Como ciudadano de a pie, ¿por qué tengo que pronunciarme en algo que, ya hemos visto a lo largo de varios siglos, ha sido competencia exclusiva de la máxima autoridad de la villa? Pues eso: ¡Que decidan las autoridades municipales que para eso están! Nadie les ha obligado a que acepten el cargo, pues entre las responsabilidades inherentes al cargo están —o deben estar— el sintonizar con el sentimiento mayoritario de la ciudadanía y decidir lo más conveniente para todos. Y para eso están, también, los asesores. ¡Que invoquen al paráclito y que asesoren! El único referéndum que podrá convocar con pleno derecho nuestro alcalde será el de las elecciones municipales. En ese y no otro es cuando los alcoyanos y las alcoyanas darán legitimidad democrática a las decisiones tomadas por el consistorio municipal.
No voy a negar el que desde hace casi un siglo, por diferentes motivos, las crisis en las fiestas de San Jorge han sido continuas y algunas de ellas —sino casi todas— han dejado heridas de difícil cicatrización y, claro, en esto de la tradición, el cauterio no cabe, aunque sí, un concepto exclusivamente alcoyano: el trellat. ¡Empleémoslo!
Adenda de última pregunta:
¿Se habilitaran fondos en el presupuesto del referéndum para la toga praetexta y el pollubrum fictile? Esta última, a ser posible, que sea vidriada en los hornos de Tito en la plaza de los Olleros de Úbeda. Amén.
Exbibliotecario de San Jorge (1981-1993)