La mano cornuta

El lenguaje corporal, materia que estudia la cinésica, kinésica o quinésica, (que de las tres formas lo llaman aunque solamente la primera es admitida por la RAE) es fascinante.

Continuamente lo empleamos, vaya, ¡cada vez que nos expresamos sin hablar!

Tenemos miles de ejemplos. Si jugamos a cotos, (por cierto, felicidades a los Chanos) y golpeamos dos veces debajo de la mesa, es porque cantamos cuarenta.

Si tenemos una entrevista de trabajo, mejor que vayamos con unas cuantas cosas aprendidas. Ya sabemos que nuestras palabras deben estar apoyadas por nuestros gestos, por eso si nos dicen que vamos a cobrar el doble del salario mínimo, no hay que levantar las cejas, que eso denota incredulidad e igual nos retiran la oferta. Así mismo cuando nos inclinemos hacia delante, que el entrevistador piense que mostramos interés, no que nos lo queremos comer, que no hay que exagerar. Y al sentarnos no debemos poner la postura Lina Morgan piernas torcidas con las puntas juntas y los talones separados, porque sabrán enseguida que estamos nerviosos y tensos.
Estos gestos son bastante sutiles y muchas veces no nos damos cuenta de que nos estamos retratando ante los otros, hay otras formas de comunicación no verbal más claritas.

Que en MIg Any se te acerca un festero con una botella de café en la mano… ¡te quiere invitar a un plis-play, fijo!

Si te acercas al niño con la merienda y el nene mueve la cabeza de lado a lado, el bocata te lo comes tú.

Y después están esos gestos que significan una cosa para según quién. Baste con recordar el gesto de Ronaldinho, aquello de extender el meñique y el pulgar cerrando el resto de dedos, que inmediatamente copiaron millones de niños y no tan niños. Pues para unos es un símbolo de alegría importado de Hawái, para otros es el saludo entre surferos, algunos se llevan el pulgar a los labios, entonces significa “mi hacienda por una caña fresquita” y si lo que te acercas a los labios es el meñique mientras que el pulgar está en la oreja, significa “llámame”.
Lo mismo ocurre con otro gesto parecido, en este caso se extienden el meñique y el índice, mientras con el pulgar sujetamos el corazón y anular, a ese gesto se le llama “mano cornuta” o “maloik”, nosotros diríamos “poner los cuernos” y su significado no hace falta explicarlo.. Las raíces del gesto hay que buscarlas en Italia, donde se mezclan tradición y superstición para conjurar a los malos espíritus.
En la década de los 70, Ronnie James Die, vocalista de Black Sabbath y cuya abuela era italiana, popularizó la mano cornuta como el símbolo del heavy metal y desde entonces no hay heavy que se precie de serlo, que acuda a un concierto sin hacer uso del gesto.

Peeerooo… años antes, en la portada del disco Yellow Submarine, la ilustración de Lennon hace el mismo gesto, (lo siento metaleros) Las ilustraciones fueron obra del artista alemán Heinz Edelmann, el cual también diseñó a Curro, la mascota de la Exposición Universal de Sevilla 1992.

Por último hablaré de uno de los gestos más hermosos que existen; la sonrisa.

Ese gesto que es el mayor embellecedor de un rostro, que basta para consolarnos, llenarnos de esperanza, alegrarnos, quitarnos el estrés. Que nos ayuda a dormir mejor y a vivir más tiempo. Que ilumina los días más oscuros, que disipa sombras, que cura dolores del alma.
Pero no siempre. Esta semana el hermoso gesto ha sido profanado en la cara de la etarra Inés del Río. Hemos tenido que tragarnos la mueca, (me niego a llamarla sonrisa) de una criminal sin el menor arrepentimiento por cada uno de sus 24 crímenes, el gesto provocativo que nos ha producido repugnancia a la mayoría de la sociedad. Un gesto camuflado, que en realidad era una mano cornuta a todos nosotros, un corte de mangas a las personas de buena voluntad.
Por eso me alegró leer que el alcalde de Almagro ha retirado la bandera de Europa de la fachada del Ayuntamiento como “gesto de apoyo a las víctimas del terrorismo y para mostrar su desacuerdo del dictamen del Tribunal europeo que va a permitir que etarras que han regado de sangre los pueblos y las ciudades de España salgan a la calle”.

Dicen los expertos que variando nuestra comunicación no verbal podemos provocar cambios de pensamiento en los demás. ¡Ojalá fuera así, ojalá!

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