Bienvenidos a ninguna parte

El futuro ya está aquí. Bueno, desde el pasado 17 de junio, para ser exactos. Desde ese día estamos en el mundo. El nuevo mundo, el de la modernidad, el de la tecnología, la innovación y todas esas chorradas que se dicen en estos casos. Ese día histórico, a las 12.54 horas llegaba a la estación de Alicante el AVE. El esperado tren de alta velocidad conectaba la provincia y la capital de España, tras años escuchando aquello de los parabienes que la rápida conexión ferroviaria iba a reportarnos a todos. Perdonen mi ignorancia, pero un servidor no ha notado gran cosa desde entonces. Y la mayoría de mortales, tampoco. A Alcoy y por añadidura estas comarcas, lo de la Alta Velocidad nos ha quedado lejos. A 52,8 kilómetros. A 40 minutos, según Google Maps. La realidad y la experiencia propia dice que algo más. Sí, porque la estación del AVE se encuentra en mitad de la nada, a una decena de kilómetros de Villena, rodeada de tierras de cultivo y mal señalizada. Ninguna indicación desde que sales de Alcoy hasta que dejas atrás Villena camino de Pinoso, por una carretera comarcal. A partir de ahí, sí. Las hay por cojones. De lo contrario sería imposible encontrarla. El futuro ha llegado, está ahí. A más de una hora, pero parece que nadie quiere que nos enteremos. Que lo disfrutemos. Para llegar a la dichosa, moderna y semidesértica estación del AVE de Villena hay que ingeniárselas. Ningún autobús en línea regular conecta estas comarcas con ella, pese a las promesas del bus lanzadera. El taxi o el vehículo propio son la única forma de llegar a la estación. La del futuro, la modernidad, la tecnología e innovación. La misma que nadie se ha molestado en señalizar desde la autovía o nada más llegar a Villena. Esa misma que alguien, con dudosa visión, ha situado en mitad de la nada. Bienvenidos al futuro y la modernidad. Bienvenidos a ninguna parte.

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