Las mujeres con adicción y su doble estigma social

Las mujeres deben ser bonitas, emocionales, cuidadoras y mostrar amor. Los hombres deben ser racionales, tener éxito social, resolver conflictos con golpes sobre la mesa o violencia, arriesgar y ser cuidados. Estos son los mandatos sociales que impone la sociedad. Todo lo que no cumpla estos mandatos supone trasgredir los roles de género.

El sexo biológico es diferente del género. El sexo habla de las diferencias entre hombres y mujeres referentes a la biología. El género, en cambio, es una atribución social de lo que la sociedad entiende como hombre y mujer, y de cómo deben ser, actuar y hacer.

Todos esos mandatos influyen en las personas, hombres y mujeres, atraviesan desde el nacimiento cada aspecto. Algunas personas simplemente los harán suyos sin plantearse nada más, otras los integrarán todos, o algunos en parte y, otras, intentarán transgredirlos. Todo, absolutamente todo, va a influir: el modo en el se ha educado, el colegio donde se ha aprendido, la familia en la que se ha crecido, la sociedad en la que se está inmerso, el momento sociopolítico, la época histórica, etc. Si estos roles y mandatos afectan al día a día de todas las personas, es evidente que van a afectar también a la mujer en el campo de las adicciones.

Cualquier persona con adicción sufre un estigma social, es señalado y marcado, pero en el caso de la mujer, esto se hace más evidente. Esto ocurre porque la vida del consumo es totalmente incompatible con los mandatos atribuidos a las mujeres. Dejan de cuidar a los hijos, a los padres, a las parejas, a ellas mismas, etc. Dejan de mostrar amor, dejan de estar bonitas y dejan de gestionar las emociones propias y las de los demás. Los profesionales de las adicciones hablan de que la mujer sufre un doble estigma social, uno por el mero hecho de ser mujer y otro por ser una persona con adicción.

En estudios realizados (en forma de grupos de discusión) se ha observado este estigma de forma muy evidente. A la pregunta de qué se les venía a la mente cuando pensaban en una persona con trastorno adictivo, la imagen estereotipada general respondía a: Un hombre (con la consiguiente invisibilización de la mujer) de entre 35 y 50 años, peligroso, falto de higiene, vestido informal, enfermo que padece y contagia, violento, que vive en la calle, deteriorado físicamente, delincuente, solo y con problemas personales. La imagen que había en los años 80 cuando estaba presente el problema de la heroína.

Cuando se preguntaba de forma específica sobre la mujer la imagen era: Una mujer objeto sexual, que usa su cuerpo y sexualidad, ‘facilona’, deshinibida sexualmente, que reducía las conductas de protección (responsabilizándola de cualquier acto de agresión sexual), mala madre, mala mujer y mala esposa.

Otro estudio focalizó en los medios de comunicación y en la imagen que proyectaban de las mujeres consumidoras. En las noticias las mujeres estaban totalmente invisibilizadas, el alcohol no se entendía como una droga, se atribuía la imagen de ‘yonkie’ y distinguía claramente entre el consumo por clases sociales. En el caso de las personas en situación de calle o población general se atribuía la drogodependencia como un estado, mientras que si se refería a personas famosas (mayoritariamente hombres también), al entender que aportan algo socialmente, la imagen de la drogodependencia se trasmitía como un hecho puntual y no un estado. Se repetía la idea de que el hombre consume por soledad, que el alcohol desinhibe y, por tanto, es el causante y activador de agresividad y violencia. Mientras que, en el caso de la mujer, el alcohol se entiende como el causante de bajar la guardia y que se le agreda sexualmente, haciendo así que ella sea responsable de los abusos que recibe por su desinhibición y vulnerabilidad.

Como vemos, la desigualdad entre hombre y mujer está presente en la sociedad de muchas maneras.

También está presente en cómo vemos a un hombre con adicción y a una mujer con adicción. Cómo los etiquetamos y cómo los juzgamos. Este es el principal motivo por el que el Grupo de Alcohólicos Rehabilitados de Alcoy, GARA, en este 50 Aniversario celebrado este 2022, haya querido arrancar sus celebraciones con un Taller sobre Género y Adicciones. Se cumple así con una de las labores principales y primordiales que lleva cinco décadas realizando, visibilizar los trastornos adictivos, para que se entiendan como un problema de salud. Como una enfermedad que tiene tratamiento y para la que el complemento de la ayuda mutua resulta importantísimo.

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