Distopía fría ‘Made in China’

Acaban los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín con más pena que gloria y aunque las noticias de toda la tecnología digital que China está exhibiendo en la Villa Olímpica son como poco sorprendentes e ilustrativas de lo que está por venir han pasado desapercibidas a la mayoría de la ciudadanía: desde un tren bala que circula a 350 km/h conducido por Inteligencia Artificial (IA), a pistas de esquí al lado de desiertos con nieve 100% artificial, pasando por camas inteligentes que controlan tus datos biométricos desde la respiración al ritmo cardíaco, a robots por todos los lados que te lo hacen todo sin intervención humana alguna, también “cocinan” –si se puede llamar así– tu comida. Pero todos estos dispositivos, diseñados para mejorar el descanso y rendimiento de los deportistas en teoría, sin duda levantan suspicacias y sospechas de todo tipo –y con razón soberana– y no sólo por temas de privacidad y protección de datos. El colofón de toda esta nueva caverna platónica de tecnología es una app móvil llamada MY 2022, una especie de supuesto radar Covid que no sólo monitorea al detalle el estado de salud de los usuarios sino que también graba todas las conversaciones para analizarlas y enviarlas a servidores de IA, los cuales son los encargados de autorizar a deportistas y trabajadores a salir de sus habitaciones con una luz verde si demuestran que están “sanos”. El panóptico telemático, la policía digital 24/7, en tu vivienda, en tu móvil y en tu mente. ¿Llegará esta distopía digital made in China a prosperar en Occidente y en las sociedades-fin-capitalistas? Bueno, ¿acaso no había llegado ya y se va extendiendo ahora de forma cada vez más acelerada a causa de la digitalización apresurada por el confinamiento y las medidas de control y coerción dictasociosanitarias?

China ha exhibido músculo, tecnológico más que otro, a todo el mundo pero también de soslayo va normalizando y globalizando su distopía tecnototalitaria y su sistema digital de crédito social, bajo la excusa “racional” de la mayor eficiencia de la gestión pública asumiendo como si nada la prevalencia de decisiones optimizadas por parte de una autoridad central de IA. Un sistema autónomo telemático lleno de algoritmos y big-data puntúa a sus ciudadanos, limitando libertades y derechos, repartiendo según tus notas de la sociedad-cole concesiones y privilegios, recompensas o castigos según tu “buen” o “mal” comportamiento como ciudadano de más o menos “confianza”. ¿Te suena? Este sistema de calibraje y clasificación social, existente desde el 2013 y obligatorio y radicalizado desde el 2020 en el país más poblado del mundo se basa en una tabla de puntuación que va desde los 350 puntos para los ciudadanos más malvados hasta los 950 para los más modélicos. La evaluación es ahora contínua, es tu vida misma. Y para ello te controlan y examinan en todo tu día a día con 200 millones de cámaras de reconocimiento facial de tecnología 5G. No es casualidad que China lidere la implementación del 5G en el mundo y sea pionera por goleada de la nueva 6G poniendo en órbita un satélite con tecnología experimental basada en terahertzios que hace ya al nuevo 6G 20 veces más rápido que su predecesor.  Y bueno, todo es todo: tu información personal, tus hábitos y preferencias, tu actividad en las redes sociales, los lugares que visitas, las compras que haces y los amigos con los que te juntas. Así, por ejemplo, criticar al gobierno te quitan puntos y pueden privarte del acceso a tu propio dinero o de subir a un avión o al metro; hablar bien de tus jefes o denunciar a un compañero por un “mal comportamiento” te da puntos y con ellos ventajas y privilegios, cuanto más puntos más suculentos. El lector se podrá imaginar… Pero esto está pasando ahora mientras lee esto, es la realidad cotidiana ya para más de 1.400 millones de habitantes, y va en aumento. No es un episodio de Black Mirror, ni una distopía literaria del siglo pasado. No es Blade Runner, ni Gattaca, ni Matrix. Fumar, beber, salir, tirar un chicle, hablar cuando o donde no toque te puede salir muy caro. Semáforo verde/semáforo rojo, humanoide/replicante, válido/inválido, acreditado/desacreditado… Mientras cada vez hay más voces disidentes que ven las orejas a los lobos disfrazados con piel de cordero,  el españolito medio se ríe de todo esto de los chinos y empachado clama que eso nunca sucederá en España…  Y es que aquí puede que nos cueste empezar pero luego al asunto le ponemos muchas ganas…

Pero es que allí la disidencia se paga cara. Desde hace tiempo, y más con todo este circo, prolifera en la región de Xinjiang en China una red inmensa de “centros de reeducación” a los que van de manera forzada aquellos que tienen una puntuación muy baja de forma prolongada. A los alumnos-ciudadanos suspendidos se les cogen por la noche, y esposados con los ojos vendados se les lleva por la fuerza a esos campos de concentración tecnológicos. Amnistía Internacional ha denunciado cientos de campos de internamiento donde te recluyen entre 9 y 18 meses haciéndote allí las mil y unas perrerías en tu “proceso de reeducación” (torturas, descargas eléctricas, privación de sueño, temperaturas extremas, etc…), como han podido dar testimonio algunos pocos ex-prisioneros y familiares entrevistados. Para salir de estas cárceles-escuelas tienes que aprobar un examen y contestar (“bien”) una serie de preguntas cómo “¿aprecias tu reeducación? ¿se han transformado tus pensamientos? ¿qué vas a hacer cuando seas liberado?”. Tan triste y desolador como cierto y escalofriante, Algunos muchos, obviamente, no salen… Otros son enviados a prisión o a trabajar de manera forzada en miles y miles de fábricas, otros tantos… a saber, la venta de órganos parece no estar aún demostrada… En definitiva, si eres bueno, mejor para ti, serás feliz pero no tendrás nada, ni alma. tu nivel de libertad y bienestar dependerá de tu nivel crediticio de confianza tecno-social, o sea, mejor vida cuanto más esclavo obediente seas, peor cuanto más te resistas al sistema algorítmico de confianza benévola… Por una parte, ¿no está pasando esto ya de forma incipiente en el resto del planeta? Por otra, ¿acaso es un supercomputador cuántico, una IA extendida en una sociedad hiperdigitalizada quien de verdad modula y configura los parámetros del sistema de crédito y confianza social que limitan hasta tal punto las libertades del ser humano si detecta una desviación -aunque no sea delictiva- del comportamiento de cualquier ser humano? Uffff…

Como fuere, tras el intento fallido de deshumanizar al ser humano por parte más caliente e instintiva, por la bestia animal que todos llevamos dentro, desde el golpe de efecto del confinamiento, la estrategia in crescendo parece ser la opuesta: el enfriamiento de lo humano por pseudoracionalidad tecnológicamente idiotizada, distanciamiento social y emocional con conexión constante a una realidad virtual, estigmatizar el contacto físico directo, el abrazo, el beso, la piel con piel… Mírame a los ojos y dime que… lo siento, me he perdido… Pero toda transhumanización, sea vía caliente o fría, es en el fondo una inhumanización regresiva, una involución de la idiosincrasia del ser humano. No es baladí lo que está en juego: se trata de nuestra alma o esencia más humana, eso que nos hace a cada uno de nosotros únicos e irrepetibles, y seres tan extraordinariamente valiosos en todo el infinito Universo. Y junto con el puto experimento de ingeniería social a gran escala otro paralelo más subrepticio y estructural aún de ingeniería lingüísticosocial, deformando, pervirtiendo y también invirtiendo el sentido de las palabras:  salud, enfermedad, pandemia, vacuna, seguridad, libertad, solidaridad… al fin y al cabo, la ley de los opuestos, de “buenos” y “malos”. El que conozca la genealogía de los valores morales de Nietzsche tendría mucho que sospechar al respecto de la nueva neolengua Covid en su poder para fijar creencias, inducir respuestas irracionales y manipular a la sociedad-rebaño con un discurso oficial de narrativa infantilista parejo a la “gamificación de la confianza” que ya se produce en el gigante asiático… ¿Y cuántas veces más vas a pasar por el aro? ¿Y por qué no despiertan y se levantan todos esos intelectuales, pensadores y filósofos ante tantos falsos profetas?

         Un último y acojonante ejemplo –recién publicado en “Journal of Biomedical Engineering”– de esta progresiva deshumanización fría por digitalización a través de la tecnología: los nuevos úteros artificiales sin necesidad ya de ningún factor humano. Los científicos chinos lo llaman “dispositivo de cultivo de embriones a largo plazo” los cuales según ellos -y cito- “podrían eliminar la necesidad de que las mujeres tengan que llevar los embriones durante 9 meses en su cuerpo permitiendo así que el feto crezca de forma más segura y eficiente… resolviendo los principales problemas de salud reproductiva como los defectos de nacimiento”. Ahora sí: tela telita tela. Sólo las leyes y la ética impiden esta aberración de momento pero ya empiezan a vendernos la moto en otro giro caleidoscópico de ingeniería lingüística que con la nueva ultratecnología se pueden “tener hijos” de forma más segura, cómoda y efectiva. Así que es sólo cuestión de tiempo que en un país con la natalidad de China modifique las leyes y perviertan la ética humana hasta sus raíces más profundas. De hecho la Sociedad Internacional por la Investigación de Células Madre ya ha publicado nuevas directrices que permiten “estudiar” embriones humanos durante “más tiempo” de las dos semanas permitidas hasta ahora. Israel y los Países Bajos ya se han sumado al carro. Si los ciudadanos son tan borregos domesticados que se dejan monitorizar hasta cuando están cagando, ¿por qué no hacerlo directamente desde su gestación hasta el parto? ¿Y dónde queda el espíritu humano? -se preguntaba el genio incomprendido de Wittgenstein en sus diarios…

       ¿De verdad tú crees que es éste el mundo en el que vivirá nuestra descendencia? Yo no, la deshumanización regresiva –sea caliente (inhumanos) o fría (transhumanos)– tiene sus días contados. Muchas almas caerán, algunas de hecho están tiradas ya en el camino… pero otras muchas más lucharán hasta el final por su esencia más humana y por su libertad. ¿Y por qué es tan importante al fin y al cabo eso de la libertad? La libertad muestra lo más humano –y a la vez divino– que hay en la humanidad: el poder de nuestra absoluta voluntad, nuestra capacidad de elegir en conciencia en todo momento y en todo lugar, y con ella, la posibilidad real de nuestra propia impecabilidad. Bueno, ¿y tú parte más humana con quién quiere caminar? Pues empieza a abrir los ojos y a accionar. Pon tu atención en tu interior y dile de corazón a tu ser más elevado que te ayude a despertar, y que con amor lo haga ya…  Y es que hay relojes estelares que no pueden parar: tú la llevas, tic-tac, tic-tac y tic-tac. Último aviso, viajeros al tren espacial, ya no puedes seguir en el andén esperando más… ¿Qué decisión ahora vas a tomar? Pues eso es libertad…

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