No estoy vacunado, pido perdón

Me llamo Alejandro Roselló y soy profesor de las asignaturas de Valores y Filosofía en un instituto de secundaria de Alcoy (Alicante) y, lo siento, pero no estoy vacunado. No soy negacionista, el virus existe, pero me pregunto, por ejemplo, cuántas muertes son con o a causa del mismo, pues desde luego no es lo mismo. Es lo que tiene ese viejo vicio de la filosofía: el uso de la inteligencia radical, la duda racional hasta el final, el cuestionarse hasta las mismas preguntas. No soy conspiranoide ni antivacunas pero me cuestiono cómo puede ser una vacuna hecha express y a contrarreloj un medicamento seguro y eficaz. Y a la vista está. Tercera dosis y cuántas más. Si dudas de un alimento, miras sus ingredientes antes de meterlo dentro. Otra vieja manía de la filosofía: no aceptar en conciencia ningún otro criterio que el de la propia experiencia. No soy anti-científico, al revés, reivindico el espíritu científico y el rigor de su método pero también el aplicarlo hasta sus últimas consecuencias, incluso sobre el mismo paradigma que le vio nacer pero que está viejo y carcomido. Lo siento, pero la evidencia va antes que la ciencia, y una evidencia no es un edificio lleno de diferentes inquilinos, intereses y políticos sino algo que cualquiera pueda ver. Y no es el caso, desde luego. Aunque una cosa podemos tener por cierta: la tele no es la Ciencia, es la narrativa oficial de un discurso cientificista que en realidad tiene ya poco de científico. La estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn capta bien ese espíritu… En fin, espero no ser un loco que habla sinsentido, más bien en contra de algunos filósofos, creo que el sentido común es el más repartido de todos los sentidos y que la inteligencia es un atributo que le puede llevar a cualquiera en su buen uso -y a ti también, querido lector, que hasta aquí llegas- , a darse cuenta que no tiene sentido llevar mascarilla sólo en el coche o en medio de la naturaleza. Ese mínimo cabal lo tiene cualquiera. Otra cosa es el miedo, la comodidad, la pereza o lo que sea. Lo siento, vale, lo confieso, no estoy vacunado y, bueno, no me voy a vacunar, y nadie me puede obligar a hacerlo si yo no quiero, así de simple, ni un Estado, ni un trabajo, ni el amor de una madre o un hijo. Así que tampoco me voy a poner un cartel de infestado por la calle ni por comentarios discriminatorios ni por Apartheid de compañeros, amigos y familiares… Ya veremos las que se lían en Navidades, madre mía! Yo no voy a entonar el meua culpa antes de ser socialmente lapidado, aunque sea por mis seres más queridos…. Con mi hermano Vincent ya somos 2 de 6 hermanos, de momento… Y si el Estado toma medidas obligatorias de este tipo con el pasaporte de la infamia -extrapolables salvadas las evidentes distancias a la Inquisición española o a la dictadura nazi, y es verdad que somos más modernos y civilizados pero el pretexto del “bienestar general” es el mismo con diferentes formas, me atrevo a decir- cobran de nuevo con fuerza palabras como discriminación, humillación, persecución, aislamiento, amenaza, vergüenza, culpa, todo chungas, como ya sabemos por la historia que nos cuentan y sobre todo por la nuestra propia: todo el mundo ha estado en el otro lado…Y es que ya lo dijo Salomón hace la tira de tiempo: nada nuevo bajo el sol, bribón. Lo que enseño a niños de 11 y 12 años en mis clases de valores es que el fin no justifica los medios, que Maquiavelo, el bribón, se equivocaba y con él todos los oscuros maquiavélicos que abundan cada vez menos en el mundo de hoy. Es cuestión de tiempo. Pero ahora mismo, a todos ellos y a todos los otros muchos no, lo siento, me disculpo si molesto, pero es que no sé cuántos tropecientos ya dijo un tal Pitágoras: “Educad bien a los niños y no hará falta castigar a los mayores”. Otra vieja manía filosófica común: combatir la des(trans)humanización, venga de la forma que venga. Vale, es tiempo de ilustración tecnológica, pero de una u otra, haz que brille tu luz más humana justo ahora, ¿valeee? No me seas bribón!!

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