Amor comercial
Una de las historias que hace referencia al origen de San Valentín habla de un sacerdote que hizo frente, en el siglo III, a un emperador romano y a un decreto por el que el mandatario prohibía los matrimonios al considerar que los hombres sin familia y sin hijos eran mejor soldados. Se dice que este sacerdote, que consideraba injusta esta orden, comenzó a casar a parejas jóvenes en secreto. El final de la historia ya te la puedes imaginar, como si de una película se tratase: el pastel se descubrió y el sacerdote fue ejecutado el 14 de febrero.
A pesar del desenlace, el trasfondo de este supuesto origen, y digo supuesto porque hay otras hipótesis, es cuanto menos bonito. Además, también recuerda a esas grandes historias de amor que han pasado al recuerdo como Romeo y Julieta. La dificultad de amarse en paz y sin impedimentos.
Hoy en día, a pesar de estar en el siglo XXI todavía hay personas que se encuentran obstáculos para vivir su amor. Seguimos leyendo, escuchando y viendo noticias de personas que deciden, porque sí, agredir a otras al considerar que aman a quien no deben. Y lo que es más grave todavía, hay países en los que amar a una persona de tu mismo sexo está penalizado con la ley, además de ser objeto de persecuciones.
Entiendo San Valentín como un día para celebrar el amor en todas sus vertientes, para celebrarlo tanto o más que el día anterior o el siguiente, eso ya depende de cada persona; para poner de manifiesto un sentimiento bonito que no entiende de direcciones. Llega y se asienta dentro de ti, y eres tú y solo tú el qué decide qué hacer y cómo vivirlo.
Dentro de una sociedad consumista, también concibo San Valentín como un día muy comercial: colonias, flores, y todo tipo de regalos, al igual que sucede en otras fechas muy señaladas y que posiblemente no reciben tantas críticas por el hecho de haberse convertido en una excusa para gastar y comprar.
Aunque este tipo de celebración a mi no me representa, respeto a quienes deciden vivir el 14 de febrero de esa manera, para quienes recibir un regalo ese día suma más que recibirlo en otra fecha, o no. Es fácil verlo desde fuera, contemplar en las cada vez más crecientes redes sociales el amor de los demás, juzgar, y en muchas ocasiones considerar que esa exposición de la pareja es hipócrita.
El amor no se entiende sin respeto, hacia tu pareja, hacia tu familia, hacia tus amigos, hacia tu mascota…hacia quien o lo que sea.
Me quedo con el amor de cada día, con el que sin motivo alguno te hace sonreír, con el que se cuida en febrero o en agosto, con el que te ayuda a crecer, con el que no es esencial para vivir pero lo quieres a tu lado por decisión propia, con el que te hace reír a carcajadas y te arregla un día malo, con el que recuerdas un pasado, vives un presente o imaginas un futuro. Vivamos el amor y dejemos a los demás vivirlo.