22 años revisando el PGOU

Me quejo de lo que tardan en llamarme del otorrino para quitarme un tapón de cera, en lista de espera, que digo yo que desde el 22 de junio debe haberse ya fosilizado, pero eso no es nada comparado con los 22 años que nuestro pueblo, el de “costeres y ponts” lleva esperando a que lo jubilen y cambien por uno nuevo y actualizado. Un total de cuatro alcaldes, de momento, han gestionado la revisión. Comenzó José Sanus y luego han ido manoseándolo Miguel Peralta, Jordi Sedano y el actual Toni Francés, como si cada uno quisiera darle su impronta al urbanismo alcoyano, pero sin éxito.

El pasado mes de mayo celebraba el municipio Torrechivas, en la comarca del Alt Millars, de Castellón, la aprobación de su Plan General Estructural después de 20 años de gestiones. Pero Alcoy ya le ha superado. Que Ximo Puig nos conceda la medalla a la paciencia. Comparativamente, lo de Moisés, el Mar Muerto y el desierto fueron un paseo por la vía verde. Torrechivas tiene 89 vecinos.

El anterior Plan de Alcoy, el de 1989, tardó nueve años en redactarse, pero sustituyó a uno que estaba vigente desde 1957.

Lo que nadie ha calculado, porque quizá sea imposible, es cuánto dinero llevamos gastado en estos 22 años. Nos íbamos a caer de culo. Tampoco podremos saber, a ciencia cierta, si el problema está en la burocracia, los trámites y filtros o en la incompetencia de quienes proponen y la de los que revisan.

Alcoy llegó a la última etapa del tour de la montaña en 2019. Necesitábamos solo 20 informes de departamentos y organismos de la Generalitat para colocarnos el maillot amarillo y en el Pleno de julio se ha sabido que hemos recibido 13, de los que 11 son desfavorables, o sea que exigen modificaciones. Hay siete de los que todavía no se sabe nada y en la vitrina de trofeos solo podemos colocar dos informes favorables.

¿Ven ustedes intranquilos a nuestros gobernantes? Ya les digo yo que no. Los del PP han sido los únicos en dar la voz de alarma, pero después de 22 años, dándole vueltas al PGOU, les aseguro que nadie se ha despeinado. Qué más da dos o cinco más…

EL “DÉJÀ VU” DEL AUTOBÚS
Y metidos en revisiones, la del autobús urbano se ha vuelto a prorrogar. ¿Se acuerdan de la película de la concesión del servicio de la basura? Pues estamos en un “déjà vu”. Le darán muchas vueltas, prórrogas, elaborarán un nuevo pliego y al final volverá a las mismas manos para que todo siga igual. Y como se descuiden tendremos sesión continua con el servicio del agua potable.

No dejo de pensar en los ríos de tinta, decibelios y bits que consumimos con el tema de la basura, para que pongas el codo en la barra del bar o escuches el “Suya es la radio” y oigas exactamente las mismas protestas y la misma indignación, con los contenedores y la limpieza de las calles, que hace cuatro años. Todo sigue igual, incluso el PGOU, llamado ahora Plan General Estructural.

REVOLTIJO IDEOLÓGICO
La votación sobre la prórroga en la concesión del autobús urbano nos ha dejado la imagen del revoltijo ideológico o mapa de alianzas de nuestra actual corporación Municipal. A favor, juntitos, han votado PSOE, Podemos-sin-Unidas y Ciudadanos. Una mezcla ya curiosa en sí misma. Por otro lado se han abstenido el PP y Vox, para propiciar alguna sonrisa viéndoles juntos, y en el sector de los malos malotes, Compromís y Guanyar han votado en contra.

MEDALLA CON POLÉMICA
Para unos puede ser triste un reconocimiento institucional con votos en contra, pero también habrá para quien una medalla tiene más valor si llega con la oposición de quienes rechazas ideológicamente. No me imagino a Toni Miró, emocionado, recibiendo el respaldo y el apoyo de Vox y el PP a su Medalla de Oro y nombramiento de Hijo Predilecto. Pero tampoco imagino a los partidos de la derecha alcoyana aplaudiendo los honores al artista más politizado que tenemos.

No es para echar cohetes que un reconocimiento institucional se haga sin consenso, pero tampoco nos rasguemos las vestiduras porque unos y otros, por esta vez, hayan sido coherentes. Cada día se reafirma más que, a la sombra de los poderes, hay quienes según el color del toldo tienen capitanía o les toca ir de malditos. Los años de gobierno del PP en la Generalitat, le tocó a Toni Miró ir de maldito. Y como vuelvan, que se prepare.

SAINETES DESIERTOS
Llevamos dos ediciones del concurso de sainetes festeros sin ganador. No es bueno que los premios sean declarados desiertos, porque o bien no hay calidad o la exigencia del jurado excede de la realidad creativa. El año pasado no se eligió un primer premio pero se concedió un accésit. Este año ni eso. La Associació hará bien en reflexionar sobre lo ocurrido.

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